Desde el primero de diciembre de 2006 el Gobierno Federal encabezado por Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, comenzó una guerra abierta a la delincuencia organizada, ahora 4 años después México vive la peor ola de violencia que ha dado como resultado más de 28,000 decesos violentos que ha sido suficiente para que organizaciones como la ONU calificara a México como el país sin guerra más violento del mundo.
Ante este panorama el presidente no hace un alto ni reflexiona acerca de la eficacia y pertinencia de las acciones armadas, por el contrario, arremete en contra de aquellos que en algún momento apoyaron la iniciativa y que al notar la usencia de resultados decidieron no incrementar los recursos a esta “guerra” que no ha beneficiado más que a los mismos grupos delictivos, pues les hecha en cara la falta de compromiso para apoyar esta guerra y decide chantajear al congreso con el ultimátum de “O me dan más dinero para la guerra o subo los impuestos”.
Esta actitud, sumada a otras que han incrementado el grado de violencia de los grupos delictivos, como la reducción del presupuesto de educación o la política laboral gestada en este sexenio fomenta la participación de lo que fueran ciudadanos comunes en actos delictivos cada vez más violentos.
Pero la lucha no ha sido desestimada por la delincuencia organizada, que como tal, ha modificado el modo de operación y ha realizado ajustes en su estructura para lograr 2 cosas: una es evitar posibles infiltraciones de agentes federales y conseguir distribuir con mayor eficiencia productos, servicios y atentados a blancos tanto civiles como militares, esto lo consigue al dividirse en células pequeñas pero con muchos recursos, de esta forma la movilidad se incrementa y se dificulta su ubicación.
El gobierno mexicano sin embargo ha decidido continuar con la misma estrategia en lugar de adaptarse y modificar las actuaciones de las fuerzas armadas, por lo cual, de seguir así la tan mencionada lucha anticrimen está destinada al fracaso y mencionaré los “porqués” y también los “como” para terminar con una propuesta firme y viable.
Primero, la guerra contra el crimen organizado está enfocada primordialmente a la lucha contra el narcotráfico, y resulta que luchar contra el narcotráfico sin lucha primero contra las adicciones esta lucha no tienen futuro, debido a que los adictos encontrarán quien satisfaga sus “necesidades”, ahora bien, las adicciones son más frecuentes en personas jóvenes los cuales llegan a este nivel principalmente por dos motivos: 1. Falta de oportunidades para la educación, los lugares disponibles en el sistema educativo mexicano no puede abarcar la cantidad de jóvenes que requieren de la educación y no puede tampoco solventar los gastos de estudios particulares, por lo tanto no entra a la escuela por falta de esta. 2. Falta de oportunidades para el trabajo. Es un hecho lamentable y no es razón de orgullo que la tercera fuerza de divisas en el país sean las remesas de dólares que los mexicanos en el extranjero envían a sus familiares, y no lo es porque por cada dólar que los mexicanos envían a sus familiares ellos han tenido que generar por lo menos 5, por lo tanto la riqueza que genera la fuerza laboral mexicana no se queda en el país si no que, la “regalamos” a nuestros vecinos del norte.
Esta fuerza de trabajo que fue rechazada de su propio país halla cobijo en la necesidad de trabajadores que tiene un país al que hemos vuelto potencia gracias a que su gente se prepara y contiene elementos de infraestructura generada por la mano de obra de quienes en su país han sido rechazados, por lo tanto, y si el gobierno mexicano sabe canalizar correctamente los recursos con los que cuenta, la noticia de la ley arizona debe ser recibida con beneplácito al tener la oportunidad de recuperar esa fuerza de trabajo siempre que se invierta en la infraestructura para que la fuerza de trabajo de los connacionales sea utilizada para que el país se fortalezca, y no digo que como dice el gobierno, lleguen deportados los mexicanos y pongan una microempresa la cual no generará mas que aumento de pobreza, puesto que al no subir el poder adquisitivo, no existirá el consumo necesario para aumentar el número de empresarios, si no en su lugar exista la posibilidad de trabajar para mantener el nivel de consumo, el cual promoverá la producción, asimismo las empresas podrán crecer y aumentar el empleo, que generará mayores oportunidades, y en este panorama y al no existir la necesidad de delinquir, la violencia deberá de disminuir al menos en este rubro.
también en este contexto si existe mayor consumo promovido por el aumento a salarios (no de impuestos), la producción se verá beneficiada, así como también el sector de servicios, pues la mayor parte de la población podrá erogar lo necesario para sufragar estos gastos, y al aumentar la plantilla fiscal, consiguientemente aumentarán los ingresos al estado por concepto de impuestos, por lo tanto existirá la posibilidad de aumentar el presupuesto en educación, para aumentar dos cosas: el número de plazas en el sistema educativo nacional, y a su vez aumentar el nivel de investigación y desarrollo en las universidades públicas, que históricamente son quienes aportan la mayor cantidad de investigadores y adelantos técnicos y científicos.
Esto solamente sería el inicio de un país que podrá competir activamente con más y mejores oportunidades ante retos cada vez más desafiantes, producto de la movilización que tienen los países hacia el desarrollo, por lo tanto puedo afirmar categóricamente que las acciones recientes del gobierno de Felipe Calderón no son más que tapaderas que no solucionan los problemas de fondo, y sirven como pasarela para quedar bien ante unos cuantos, sin mirar que tienen la oportunidad de convertir a este país en una nación desarrollada y con valores.